" [...] Entonces, ahí, los silencios, los enojos y los malos momentos incomodan, la respiración se entrecorta, la del público y la de ellos [...] La platea ya no respira y la violencia se incrementa, la sensibilidad perturba, pero en el actor y en la actriz, todo se vuelve creíble, quizá porque sucede de verdad en las sociedades y eso impacta [...] esta propuesta teatral es de una gruesa y cruel realidad que duele [...] Mientras una escenografía muy simple pero bella, sostiene y aclara el marco de la historia, junto a una música que hace de separador de cortes y con su sonido ajusta la desesperación que provoca la vida de estos hombres y esta mujer. Lo normal se vuelve doloroso [...]".
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